miércoles, 25 de junio de 2008

Abraham Seín candidato a Concejal en Peñaflor

Abraham Seín Armijo, Contador Auditor, 27 años, casado dos hijos, una niña de 7 años y un varón de dos años. Habría sido ungido candidato a Concejal por el Partido Demócrata Cristiano en la comuna de Peñaflor.

Seín Armijo, hijo homónimo del ex presidente del PDC de Peñaflor, recientemente fallecido, es vicepresidente provincial de la Democracia Cristiana en Talagante.

Su preocupación por la comuna se ve reflejada en su actividad política y la encomiable labor que realiza en el Cuerpo de Bomberos de Peñaflor.

Llamamos a todos los peñaflorinos a elevar el nivel y elegir a un Concejal que, no tenemos dudas, nos dará grandes satisfacciones.

Frente a la tramitación de la LGE Abraham Seín señaló:

Este 27 de junio se vota LGE en el Congreso Nacional
Ley que deroga a la actual LOCE y que ha sido muy comentada y criticada.
Este hecho nos permite reflexionar sobre los resultados de la educacion en nuestra Comuna.
En comparacion a la prueba Simce anterior caímos como comuna dentro de la Region Metropolitana catorce lugares ¡SI 14 PUESTOS!
Nos encontramos en lugar numero 49 de 52 comunas.
Promediamos como comuna en la prueba SIMCE 246,5 puntos, que en comparacion con los 303,8 que obtuvo el colegio municipalizado mas bajo de Providencia, nos da una diferencia de 57,3 puntos.
Para mi estos resultados son inaceptables, nuestra educacion necesita, en esta Comuna, un cambio radical.
Si tomamos como referente la experiencia de los paises desarrollados donde la unica forma de poder extrechar la cifra de pobreza, y que los ciudadanos puedan dejar esta condicion, es a través de la educacion.
Los invito amigos a reflexionar sobre estos antecedentes.

Abraham Sein A.

miércoles, 4 de junio de 2008

Un Homenaje de Claudio Orrego Vicuña a sus Camaradas



LOS CAMARADAS

"Fuimos llegando de a uno en uno.

Unos veníamos de Santiago y nos quedamos aquí.

Otros venían de Chillán, de Los Andes. De Talca, de Valparaíso.
Marchábamos desde la vida acomodada que se entronca en la tradición,

de la vieja clase media y también de las familias modestas.
Éramos de la Católica y de la Chile.

De Derecho y de Ingeniería.

De Sociología y Arquitectura.
Éramos creyentes de intensa vida.

O tan sólo peregrinos en busca de una razón con que llenar la vida.
Fuimos surgiendo como de la nada.

Guiados por el hilo invisible de un Dios

que entrecruza las vidas para tejer el porvenir.
Pero teníamos una sed que nos hermanaba.

Queríamos saber, saber más.

Sentíamos Chile.

Nos preocupaban los pobres por sobre todas las cosas.
No nos satisfacía el mundo que habríamos de vivir.
Creíamos en la bondad. En la fraternidad. Y en la justicia.
Sobre todo en la libertad.
Interrogábamos cada libro.

Husmeábamos cada curso.

Necesitábamos maestros que nos dijeron aquello cuyo vacío sentíamos.
Y los maestros vinieron.

También de distintas vertientes.

De Dios y del mundo.

De la vida y el pensamiento.

De la política y el púlpito.
Fuimos bebiendo de esa nueva y la sed comenzó a aplacar.

Buscamos otros que nos siguieran.

Quisimos darles respuesta a todos los peregrinos del espíritu.
Pronto nos sentimos portadores de un mensaje.

Ello trascendía nuestras personas.

Por cierto, nuestros orígenes también.
El punto común jamás fue el pasado. Siempre el porvenir.
El cemento que nos dio consistencia no fuimos nosotros

si no que la preocupación por los demás.
La energía para continuar adelante

la obteníamos de un ideal antiguo como el hombre.

Inagotable como la mar. Limpio como un brillante.
Y fuimos caminando por la vida.

Cada vez más.

Todos de procedencias cada vez más amplias y diferentes.
Todas las edades entraron en el crisol

que funde a los individuos en personas y a éstas en militantes.
No nos percatamos demasiado cómo,

pero en un momento imperceptible fuimos camaradas.
Nos bastaba eso.

No exigíamos carnet de identidad,

ni certificados de estudios.

Nos conocíamos en el hablar y en el sentir.

Sobre todo en la ilusión de servir.
Caminamos veinte años sin descansos.

Fuimos a veces el camino mismo que no podía detenerse.

También peregrinos que conocen el corazón duro

y el gusto amargo que deja la puerta que se cierra.
Algunos cayeron.

La tarea era demasiado grande.

Demasiada dura y exigente.

Había caminos más rápidos pero que llevaban a otras direcciones.

Hacia planicies sin cumbres que conquistar

ni alturas desde las cuales respirar.
Los más seguimos.

A veces separándonos,

pero volviéndonos a encontrar en lugares y profesiones

Siempre sintiendo el ideal como propio.

Siempre dispuestos a hacer todavía un esfuerzo

cuando se creía ya hecho el último.
Otros se fueron a ver de cerca el Espíritu que todo lo puede.

Y para ese viaje a lo insondable

no faltó aquel que quiso viajar con su camisa azul puesta.
Son mis camaradas. Por eso los quiero".

"Nostalgias", Claudio Orrego Vicuña

Editorial Del Pacífico, 1975, pág.41