martes, 27 de noviembre de 2007

Acuerdo de la Directiva Nacional de la Democracia Cristiana.

En los últimos días la Democracia Cristiana y la comunidad nacional han visto con consternación como el senador Adolfo Zaldívar Larraín encabezó una acción política junto a dirigentes políticos y senadores de derecha para rechazar una propuesta del Gobierno. Esta actitud, se suma a un conjunto de otras acciones y a múltiples declaraciones públicas, mediante las cuales el senador Zaldívar reitera su línea disidente con la política y acuerdos del partido, y que lo acercan cada vez más a los sectores de oposición.

Para la Directiva Nacional de la Democracia Cristiana dichas conductas vulneran lo establecido en el artículo 14 e) del Estatuto del PDC, que considera como infracción a los deberes partidarios “hacer gestiones o concertar acuerdos individuales o de grupos con entidades políticas o de otra naturaleza, sin previa anuencia de la autoridad que corresponda”. Asimismo, el senador Zaldívar con sus conductas, actitudes y declaraciones permanentes y reiteradas, que son de público conocimiento, ha infringido la letra b) del artículo 13 del estatuto partidario, relativo a los deberes del militante, que obliga a todos los militantes, sin excepción, “guardar lealtad al Partido, respetar a los camaradas y contribuir a una convivencia fraterna”.


La Directiva Nacional de la Democracia Cristiana entiende que su primer deber es mantener la comunidad política y la organización partidaria que se le ha confiado. Para realizar esta función es un deber irrenunciable respetar y hacer respetar los estatutos del partido, sus políticas y acuerdos. Una comunidad dividida en facciones está condenada a ser destruida, del mismo modo que una organización que carece de autoridad no puede sobrevivir.

La historia de la Democracia Cristiana demuestra que un partido unido es capaz de grandes cosas, como también que uno dividido termina siendo herido por sus adversarios y conducido a la derrota. Cuando se deja hacer y se dejan pasar reiteradas acciones de indisciplina y organizaciones paralelas, la experiencia demuestra que el daño a la comunidad e institucionalidad partidarias devienen gravísimas y, con el tiempo, se tornan irreversibles.

La democracia, para ser efectiva, supone partidos cohesionados que apoyan a sus autoridades públicas, las cuales ayudaron a elegir, como lo recordara el ex presidente de la república Eduardo Frei Montalva, al despedir su gobierno en 1970, quien, con la vista en sus camaradas parlamentarios les dijo: “Quiero expresar también mi gratitud al Partido Demócrata Cristiano, sin cuyo apoyo no habría podido gobernar. Como entidad política joven ha sufrido el duro choque de la responsabilidad del poder, y muchas veces el país ha visto más sus fallas que sus virtudes. En los hechos ha demostrado mayor disciplina y unidad para asumir las responsabilidades que muchos de los que lo critican, y, en definitiva, ha sido siempre leal al país, al pueblo y a su gobierno”


Consciente de su historia, de sus éxitos y de sus derrotas, esta Directiva buscó siempre el entendimiento y no el enfrentamiento al interior del partido, fomentando, además, el pleno funcionamiento de nuestros órganos deliberativos. Prueba de lo primero son las propuestas de constitución unánime del Tribunal Supremo y Comisión Organizadora del Congreso Nacional. Prueba de lo segundo es que en la Junta Nacional realizada en mayo de este año y en el V Congreso Partidario de octubre recién pasado se adoptaran decisiones unánimes.

Sin embargo, esta política no logró evitar que, en innumerables oportunidades, nos hayamos enfrentado a expresiones y acciones que han faltado gravemente a la fraternidad partidaria. Basta sólo mencionar los dichos del camarada Zaldívar al ser enjuiciado por el Tribunal Supremo en julio del presente año. En aquella oportunidad se le sancionó por insertar en la prensa un escrito claramente atentatorio contra la política y acuerdo oficiales del partido. Lamentablemente, el fallo del 31 de julio, amonestando al camarada Adolfo Zaldívar, no significó un cambio de comportamiento político por parte de él.

Peor aún, al propiciar, firmar, publicitar y ejecutar un acuerdo con todos los senadores de la oposición, el senador Zaldívar ha persistido en atentar contra una línea política fundamental del Partido, cual es, su compromiso y apoyo a la Presidenta de la República, Dra. Michelle Bachelet, y a la coalición política gobernante de la cual formamos parte. Esta posición ha sido invariablemente ratificada por todas las instancias partidarias. Sin embargo, mediante declaraciones permanentes y acciones reiteradas, tal política es permanentemente cuestionada y vulnerada por el camarada senador.

Por todo lo anterior, la Directiva Nacional de la Democracia Cristiana, en sesión extraordinaria sostenida este lunes 26 de noviembre de 2007, en uso de las atribuciones que le confiere el artículo 43 j) del Estatuto del Partido Demócrata Cristiano, ha resuelto, por unanimidad, suspender preventivamente al camarada senador Adolfo Zaldívar Larraín su condición de militante, por cuanto considera que en tal calidad ha incurrido en conductas graves que comprometen la línea y responsabilidad del Partido.

Asimismo, ha resuelto poner los antecedentes que fundamentan la suspensión en conocimiento del Tribunal Supremo del PDC y solicitar se le aplique la sanción de expulsión, establecida en el artículo 15 letra f) del mismo Estatuto.

Finalmente, en virtud del artículo 38 letra m), solicita a este Consejo Nacional pronunciarse acerca de la suspensión preventiva acordada por la Directiva Nacional de la Democracia Cristiana.

Santiago, 26 de noviembre de 2007.

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