lunes, 31 de diciembre de 2007
La DC HOY
viernes, 21 de diciembre de 2007
Comisión Programática
viernes, 14 de diciembre de 2007
LA PROMESA
Hablo de promesa en el sentido en que la entiende Ricoeur. Esto es, como facultad humana. Donde la persona «se compromete con su palabra y dice que hará mañana lo que dice hoy: la promesa limita lo imprevisible del futuro, a riesgo de traición; el sujeto puede mantener su promesa o romperla; de esta manera, compromete la promesa de la promesa, la de cumplir su palabra, de ser confiable».
En las relaciones de afecto que establecen los viejos democratacristianos, se torna una necesidad controlar el riesgo futuro, manejar la incertidumbre del mañana, mediante la renovación de la promesa. La demanda de promesa fluye de manera explícita en cada epístola, en cada gesto, en cada palabra, en cada acción que emprenden. La promesa, asimismo, opera como salvaguarda contra la traición, compañera inseparable del poder y la dominación. La promesa permite limitar el poder a través del respeto a los principios y valores que se invocan sin cesar en el discurso político.
Cuenta Ignacio González que Bernardo Leighton encaró una vez a Edmundo Pérez Zujovic. «Yo también, Edmundo, tengo que quejarme contigo —le dijo. Porque estando yo en el extranjero, como ministro del Interior, entrevistándome con gente de otros gobiernos, tú, aquí, convenciste al Presidente que te nombrara ministro. Yo hice el ridículo afuera. El autor de eso eres tú. Porque el Presidente no es capaz de hacer eso». El incidente le había causado mucho pesar a Leighton, pero ello no lo inhibió de representárselo a Pérez, cara a cara y ante un tercero. Porque así era el trato. No precisamente pío, pero tampoco humillante ni destructivo. Es lo que mantenía la continuidad del diálogo y la colaboración.
La necesidad de actualizar la promesa hecha al otro, tiene también por objeto reafirmar la propia identidad, y diferenciarla de la identidad de aquellos que no están obligados a cumplirla, o que, simplemente, no quieren cumplirla. En palabras de Arendt, «sin estar obligados a cumplir las promesas, no podríamos mantener nuestras identidades, estaríamos condenados a vagar desesperados, sin dirección fija, en la oscuridad de nuestro solitario corazón, atrapados en sus contradicciones y equívocos, oscuridad que sólo desaparece con la luz de la esfera pública mediante la presencia de los demás, quienes confirman la identidad entre el que promete y el que cumple».
La reflexión del Presidente Frei, en marzo de 1969, fija crucialmente una identidad. A raíz de los trágicos sucesos de Pampa Irigoin, donde perdieron la vida ocho pobladores, Enrique Correa, a la sazón presidente de la JDC, exigió la renuncia del ministro Edmundo Pérez, al tiempo que emplazó a Bernardo Leighton —que gozaba de gran ascendiente— a responder por los… ¡asesinatos! Entonces Frei escribió a Renán Fuentealba, presidente del PDC, uno de sus más sentidos mensajes: «Estas declaraciones que no tienen precedente en la historia de Chile, que comprometen mi honor, puesto que yo constituyo el Gobierno y soy su primer representante, son incompatibles con mi presencia en el Partido. Si el Partido estima que la vida entera que he consagrado no tiene valor frente a declaraciones tan insensatas como miserables, se me hace imposible sentirme moralmente ligado a quienes me injurian de una manera tan atroz. Esto ya no es un problema político; es un problema moral».
Ya no es un problema político, subraya Frei. No es una cuestión de ideas, programas, formas de conducción, discrepancias en torno a iniciativas legislativas, o disciplina parlamentaria. Frei fija otra frontera, aún más fuerte y maciza que las del pluralismo democrático y la libertad de conciencia. Frei reivindica su honor personal, o sea, su dignidad esencial. Frei reclama reconocimiento a una vida de servicio. Frei apela a la comunidad, su Partido, y lo hace por su ministro del Interior. Frei habla por cada democratacristiano. Y nos recuerda la promesa.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
HAY QUE RENACER: PERDÓN Y NUNCA MAS FRUSTRACIÓN, DOLOR Y PÉRDIDA
Ha sido un proceso largo, en el cual una seguidilla de errores ha llevado a que el deterioro de la convivencia se trata de recomponer por la vía de la imposición, desde uno y otro lado.
¿Cómo llegamos a este punto?
Estamos frente a grupos que no tienen voluntad de construir acuerdos y son incapaces de superar sus diferencias históricas que se arrastran por casi 40 años. En este permanente conflicto se han destruido mutuamente y están llevándonos a la destrucción del Partido Demócrata Cristiano. En los últimos 15 años, figuras como Valdés, Foxley, Alvear y Zaldívar, entre otros, han caído victima de la mezquindad de unos y otros.
El campo de batalla ha sido la estructura del Partido Demócrata Cristiano y en el afán de conseguir el control interno no se ha trepidado en dejar de lado valores cívicos indispensables para aunar voluntades tras un objetivo común de equidad, seguridad y oportunidades.
Llamado:
Hacemos un llamado a una profunda reflexión personal de cada militante y dirigente de nuestro partido y los invitamos a asumir con humildad los errores del pasado, por no haber hecho todo lo que podíamos para impedir estas malas prácticas políticas y a comprometernos a que nunca más sucedan. Nosotros desde ya lo hacemos.
Tenemos plena fe y ratificamos la vigencia de los principios humanistas cristianos y creemos que apegados a ellos, reviviéndolos, el Partido y todos los militantes podremos volver a prestar al país el servicio que los chilenos se merecen.
Germán Acuña, Osvaldo Artaza, Raul Donckaster, Andrés Palma, Guillermo Pickering, Felipe Sandoval y Marcelo Trivelli
ES LA HORA DE CONCILIAR EN VEZ DE EXACERBAR
EDUARDO FREI RUIZ-TAGLE
PRESIDENTE DEL SENADO
En los últimos días la Democracia Cristiana ha vuelto a hacer noticia por sus graves problemas de convivencia interna. Lamento profundamente que una vez más nos encontremos en esta desagradable situación, que le hace un daño enorme a la Concertación, al Gobierno y a Chile.
En lo personal me resulta extremadamente doloroso constatar que un partido que en su momento interpretó cabalmente las aspiraciones y esperanzas de millones de chilenos, hoy se encuentre viviendo un proceso de profundo debilitamiento. La ciudadanía bien sabe que los últimos acontecimientos no son más que el producto de un largo período de descomposición interna, generado por la confrontación permanente de dos facciones que actúan en beneficio de proyectos personales.
En mis últimas intervenciones, tanto en la Junta Nacional como en el Congreso Ideológico, pedí expresamente a Soledad Alvear y a Adolfo Zaldívar que pusieran término a los continuos conflictos que han protagonizado. También pedí a ambos mayor generosidad para lograr un entendimiento razonable, con la finalidad de que el partido contara con una dirección que respete e integre a las minorías y una minoría que acate los acuerdos de las instancias regulares del partido con lealtad y disciplina.
Los hechos demuestran que ninguno de las partes involucradas parece estar dispuesto a hacer ese esfuerzo. Lejos de tomar conciencia de la crisis a la que han arrastrado al partido y, además, lejos de actuar con espíritu constructivo y conciliador, con sus últimas y públicas diferencias sólo han contribuido a estimular nuestro desangramiento. Peor aún, todo parece indicar que éste será sólo un episodio más entre otros que han ocurrido antes y los que seguramente vendrán después.
En este sentido, quiero dejar muy en claro que no comparto las actitudes polarizantes ni de uno ni de otro sector. Es la hora de colocar el interés de largo plazo de la DC por sobre la ambición grupal o personal. Por eso, una vez más reitero la necesidad de que el partido avance hacia una mesa integrada. Así lo hice cuando fui presidente de la Democracia Cristiana y no es casualidad que en aquella época hayamos obtenido una votación largamente superior a las conseguidas en las últimas elecciones, ya sean parlamentarias o municipales.
Con este panorama interno es bien claro que el partido no va a ser percibido como una fuerza política capaz de dar gobernabilidad o de ofrecer un sólido proyecto de desarrollo político, económico y social al país. Hoy la ciudadanía crecientemente nos ve como una desgastada y desprestigiada maquinaria electoral, distante de la gente y al servicio de intereses personales. Si continuamos por la senda de resolver nuestras diferencias por la fuerza, y si no somos capaces de entregar un testimonio de servicio público honesto, desprendido y funcional a las necesidades de la población, la Democracia Cristiana terminará por desaparecer.
Hoy la palabra la tiene el Tribunal Supremo del partido. Confío que sus integrantes actuarán con sabiduría y criterio. Para todo el partido, pienso que este es un momento para sumar más que restar, para conciliar más que exacerbar divisiones.
Por último, quiero expresar que comparto la preocupación y el dolor que en los últimos días me han planteado numerosos militantes y simpatizantes de la Democracia Cristiana. A ellos les reitero que siempre estaré dispuesto a colaborar en la búsqueda del entendimiento, el diálogo fraterno y para construir un partido abierto, amplio y generoso que interprete fielmente el sentir de la gente y las ideas y valores que inspiraron a nuestros fundadores.
martes, 11 de diciembre de 2007
CARTA DEL CAMARADA SERGIO MICCO
El diputado Gabriel Ascencio ha enviado una carta a los militantes llamando a construir una Democracia Cristiana para todos. Lo inspiran Bernardo Leigthon, Jaime Castillo Velasco, Eduardo Frei y Renán Fuentealba. Lamenta ver a nuestro partido dividido en grupos que luchan despiadadamente por imponerse, los unos sobre los otros. Llama a terminar con todo esto, acabando con las descalificaciones y los lenguajes de la guerra. Unidos, sólo unidos, podremos servir al pueblo.
No podemos estar más acuerdo con él.
Para que haya un partido poderoso y de vanguardia hay que volver a leer a Jaime Castillo Velasco. Este señalaba con fuerza que el partido demócrata cristiano debía estar galvanizado por una “homogeneidad doctrinaria indispensable. El carácter modelador de la organización se hace patente. Sus miembros dejarán de ser correligionarios para ser militantes, es decir, soldados de una causa muy exigente. La disciplina será férrea y el sentido de unidad, profundo. Ahora habrá no sólo un mero ganar batallas electorales, sino una misión concreta: realizar en plenitud desde el poder las concepciones del Partido”.
Un partido sin unidad profunda y disciplina férrea está llamado a ser destruido.
La historia de la Democracia Cristiana demuestra que un partido unido es capaz de grandes cosas, como uno dividido termina siendo herido por sus adversarios y conducido a la derrota. Cuando se dejan hacer y se dejan pasar reiteradas acciones de indisciplina y organizaciones paralelas, nuestra historia demuestra que el daño a la comunidad e institucionalidad partidarias devienen gravísimas. Así ocurrió en 1969.
Del mismo modo, la democracia chilena supone partidos cohesionados apoyando a sus autoridades públicas. Don Eduardo Frei Montalva, al despedir del gobierno en 1970, con la vista puesta en sus camaradas parlamentarios les dijo: “Quiero expresar también mi gratitud al Partido Demócrata Cristiano, sin cuyo apoyo no habría podido gobernar. Como entidad política joven ha sufrido el duro choque de la responsabilidad del Poder; y muchas veces el país ha visto más sus fallas que sus virtudes. En los hechos ha demostrado mayor disciplina y unidad para asumir las responsabilidades que muchos de los que lo critican; y, en definitiva, ha sido siempre leal al país, al pueblo y a su gobierno”.
Lo que especialmente aprendimos entre 1964 y 1970 fue que la Democracia Cristiana no puede faltar a su palabra cuando dice apoyar a un candidato a la Presidencia de la República y propone un programa de gobierno. Cuando ella dice que forma parte de una coalición política, no puede pactar con la otra y cuando dice que apoyará a un gobierno en las buenas y en las malas, así lo hará pues, ¿Quién confiaría en alguien que dice una cosa y hace otra? ¿Quién creerá en una comunidad que apoya a sus autoridades cuando a ellas les va bien y les da la espalda cuando ellas se debilitan?
Lo anterior, demás estar decirlo, no significa obsecuencia, como bien lo sabe el diputado cuando defendimos mantener la construcción del puente sobre el canal de Chacao, apoyándolo codo a codo. Pero es el gobierno quien toma las decisiones finales, no nosotros. No entenderlo así es volver al gobierno de los partidos políticos que la ciudadanía condenó tan duramente en el pasado.
Don Bernardo Leighton, cultivó siempre la fraternidad, lo que no significase que fuese débil cuando tenía que ser fuerte. Don Bernardo, cuando algunos se retiraron del partido en 1971, señaló que "... cuando los que se fueron sostienen que el Partido es un instrumento que no sirve, no saben, parece, lo que ha costado formar este instrumento. Años y años; miles y miles de hombres y mujeres; viejos y jóvenes sacrificándolo todo, desde el tiempo restado a sus labores o a su hogar, a su mujer o a sus hijos, a sus padres, hasta bienes materiales que se perdían, sentimientos que se callaban, esfuerzos que se aunaban. Para formar un partido de esta magnitud, amigos míos, ha habido mucho esfuerzo humano acumulado. Tenemos que conservarlo intacto, como decía Narciso Irureta".
Consciente de su historia, de sus éxitos y de sus derrotas, y particularmente de su declive político electoral en los últimos años, esta Directiva buscó siempre el entendimiento y no el enfrentamiento al interior del partido, fomentando además el pleno funcionamiento de nuestros órganos deliberativos. Prueba de lo primero son las propuestas de constitución unánime del Tribunal supremo y Comisión Organizadora del Congreso Nacional, de la cual el diputado es miembro. Prueba de lo segundo es que la Junta Nacional y el Congreso Nacional adoptaran casi todas las decisiones por unanimidad.
Sin embargo, esta política no logró evitar que, en innumerables oportunidades, nos hayamos enfrentado a los dichos y acciones que han faltado gravemente a la fraternidad partidaria. Basta sólo mencionar los dichos del camarada Zaldívar al ser enjuiciado por el Tribunal Supremo en julio del presente año. En aquella oportunidad se le sancionó por insertar en la prensa un escrito claramente atentatorio contra la política y acuerdos oficiales del partido. Lamentablemente, el fallo del 31 de julio, amonestando al camarada Adolfo Zaldívar, no significó un cambio de comportamiento político por parte de él.
Más aún, al firmar, publicar y ejecutar un acuerdo con todos los senadores de la oposición, el senador Zaldívar ha persistido en atentar contra una línea política fundamental del partido, cual es, su compromiso y apoyo a la Presidenta de la República, Dra. Michelle Bachelet y a la coalición política gobernante. Esta posición ha sido invariablemente ratificada por tantas las instancias partidarias. Sin embargo, mediante declaraciones reiteradas y acciones mancomunadas, tal política de alianza es públicamente cuestionada por el camarada senador.
Peor aún, ahora nos ha acusado de ser parte de “una asociación ilícita que defiende la corrupción”. ¿Qué clase de autoridad partidaria seríamos si dejáramos hacer y dejáramos pasar estas actitudes políticas y dichos difamatorios? Debíamos actuar, no por nosotros, sino que por el partido. Así lo entendió la abrumadora mayoría del Consejo Nacional de la Democracia Cristiana quién aprobó la suspensión del camarada senador.
La Directiva Nacional entiende que su primer deber es mantener la comunidad pluralista y organización política que se la confiado. Para realizar esta función es nuestra tarea respetar y hacer respetar los Estatutos del partido y las decisiones que conforme a ellos toman los órganos competentes de la conducción política. Una comunidad dividida en facciones está condenada a ser destruida, del mismo modo que una organización que carece de autoridad no puede sobrevivir. La democracia interna de una comunidad pluralista se vive al momento de deliberar y tomar las decisiones; pero una vez adoptadas, debe ser una sola al ejecutarlas, volviendo el momento de la unidad interna y la total cohesión externa.
Aquí no hay dos fracciones enfrentadas. Lo que hay es la institucionalidad de un partido político que hacer valer sus derechos, impone la disciplina y realiza su tarea; aún pagando los más altos costos y enfrentándose a las más altas autoridades de la república pues, como lo dijo Radomiro Tomic y lo ha recordado nuestra presidenta Soledad Alvear, nadie es más grande en el partido que el propio partido.
Sí, en la fraternidad democratacristiana, se despide de ustedes
Sergio Micco Aguayo
Primer Vicepresidente de la Democracia Cristiana de Chile
Puerto Montt, 8 de diciembre del 2007
Desde la distancia...un poco de informacion y cultura no viene mal
la cual se llama "Archivo Chile".
Les dejo una reseña del sitio y pasen a verlo, es muy interesante y contiene mucha información.
BIENVENIDOS AL ARCHIVO CHILE, sitio electrónico del Centro de Estudios "Miguel Enríquez". (CEME).
Este portal, que en sus comienzos estará sometido a ajustes técnicos y modificaciones en su organización documental es, un archivo histórico, social, político y cultural, con información documental preferentemente de Chile y secundariamente de América Latina. Es una contribución parcial al esfuerzo aún fragmentario y débil, de recuperar la memoria social colectiva del movimiento popular chileno. Fuentes que la “historia oficial” trata de silenciar o mostrar sesgadamente. Aunque se incorporaran trabajos de distintas épocas, se otorgará énfasis al periodo de tiempo que se extiende desde 1960 en adelante. Su finalidad principal es de carácter educativo, informativo, cultural y sin ninguna pretensión comercial.
El propósito general que buscamos es difundir un número indeterminado de textos y documentos “olvidados”, “mal difundidos”, “perdidos o escondidos”. Tras el objetivo de lograr rescatar, reunir, conservar y difundir documentación de hechos, definiciones, posiciones, actividad social, política y corporativa de sectores, fuerzas sociales, políticas e institucionales protagónicas en el escenario chileno durante los últimos cinco decenios. Pondremos énfasis y prioridad en las manifestaciones políticas y sociales populares de Chile. También nos ocuparemos de las políticas y acciones realizadas por actores internacionales contemporáneos cuando tengan un vínculo con la realidad chilena. Además, presentamos temáticas parciales generales de América Latina y de países.
Mas informacion http://www.archivochile.com/
Un abrazo fraternal
Renato Contador Cavada
Militante de Peñaflor